Parece ser que en Copenhague, allí donde "la sirenita" mira a un mar cada vez menos azul y creciente, se reunen los mandatarios de múltiples países para crear leyes de ámbito mundial que puedan servir para controlar la emisión de anhídrido carbónico a la atmósfera y así disminuir su efecto sobre el cambio climático. ¿No será más un lavado de cara de los gobiernos que un hecho real? La situación económica de muchos países depende en gran medida del petróleo o, ¿creen que si no fuera así no se habrían implantado ya los coches híbridos o los de hidrógeno? La tecnología para su fabricación existe, pero su desarrollo se ve limitado por los poderes económicos ante el miedo a perder ese puesto elevado en el podio de las "primeras potencias".
Con el tiempo tendremos que vivir el desierto de las tierras del sur, el deshielo de las del norte y el cambio de climas en las zonas tropicales y subtropicales de nuestro planeta. Y no crean que pasará mucho antes de que ocurra. Todos nos escondemos bajo la excusa de: "esto no lo verán ni nuestros nietos". Sin embargo ya lo estamos notando los actuales habitantes de la Tierra. Nosotros sólo lo notaremos, pero nuestros hijos y nietos lo sufrirán.
Espero que la reunión obtenga los resultados que asociaciones como Greenpeace llevan pidiendo desde hace años. Por nuestro bien y el de los nuestros.
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