Nunca había tenido la ocasión de acudir a la Procesión del Silencio en La Laguna, pero este año me decidí a buscar el hueco para hacerlo.
Impresiona justamente el silencio y el respeto de la gente que espera el paso del Señor Muerto por las calles de la Ciudad del Adelantado. Sólo el caminar y el roce de las cadenas con el asfalto se oyen en las oscurecidas calles.
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