Pena por mi tierra.

Ayer encontré a una persona de Asturias trabajando en mi tierra. Comenzamos a charlar sobre las maravillas que cada rincón tenía que ofrecer. El verdor del Principado, sus rios limpios, el aire fresco de montaña, las blancas playas, su mar embravecido, su gente amable... El también habló de nuestro Teide, nuestro pinar, nuestras acantiladas costas, el circo de Las Cañadas que bordea al "majestuoso"...

Pero pronto surgió una frase por su parte: aquí la gente ensucia mucho, los escombros de las construcciones se abandonan cuando éstas se acaban; papeles y colillas inundan las calles, los bordes de las autopistas llenos de tetrabricks y cajas de cigarrillos...

No supe contestar, agaché la cabeza y respiré hondo en señal de asentimiento. No pude decir lo mismo de su tierra. Oviedo es escoba de oro por enésima vez. Allí no existen los contenedores malolientes de basura en sus calles, la gente es consciente de lo que tiene y de que lo debe cuidar para disfrutarlo con sus generaciones venideras. Allí se lavan las calles con agua a presión diariamente. La ciudad amanece siempre mojada y limpia...

Envidia siento y pena por mi tierra.

Pongamos nuestro granito y cuidemos el entorno. Salvemos lo que la isla nos puede ofrecer. Cuidemos su verdor.